En primer lugar, quiero dejar claro una cosa: me encantan las películas de superhéroes, pero soy una ignorante en lo que respecta a los cómics en los que se basan. Salvo los cómics de El Fantasma, uno de los superhéroes menos conocidos en Europa, apenas he leído algunos de X-Men y Spider-Man. Siendo como soy, si hubiese nacido en América (los superhéroes son a la cultura americana lo que Zeus y compañía eran a los griegos, una mitología cultural que se ha extendido desde su lugar de origen al resto de civilizaciones que comparten su cultura e influencia), seguramente hubiese leído muchos cómics más, pero como la realidad es muy distinta, he de conformarme con las películas, las series y los pócos volúmenes de comic americano de la biblioteca pública local.

Si hasta ahora el recorrido de ambas compañías había sido más o menos paralelo, en los 80, DC gana terreno a Marvel introduciendo historias de temática más oscura y héroes más complejos, incluso antihéroes, como en
Watchmen, de
Alan Moore, o la serie
Batman: el Caballero Negro Regresa, de
Frank Miller. A partir de los 90, tanto Marvel como luego DC deciden emprender varias campañas de
reboots y creación de nuevos universos para dar una nueva vida a sus personajes de siempre e introducirlos a un nuevo público. Como es de esperar, una gran parte del negocio se hace a través de productos derivados, ya sean series, películas, videojuegos o parques temáticos. Ambas compañías se lanzan al mercado digital de cómics. La rivalidad entre ambas se extenderá al dominio cinematográfico, puesto que en 2009
The Walt Disney Company adquiere Marvel y DC pasa a formar parte definitivamente de la rival directa de Disney, la
Time Warner (a quien pertenece Warner Bros.).
Aunque haya habido series y películas de superhéroes de cómic desde los años 40 y 50, no hay duda de que, desde que se estrenara
X-Men en 2000, los superhéroes han ido ganando el pulso al mercado y se han convertido en uno de los géneros de cine más populares y rentables del cine actual, como se puede ver en
este infográfico. Empezaron a llegar a la gran pantalla de puntillas y parecen haberse instalado para largo. Una de las razones del éxito, creo, es que en Hollywood se han dado cuenta de que blockbuster, entretenimiento y buenas películas e historias no son incompatibles, lo que ha sacado al género de superhéroes del regsitro de
serie B. No todo han sido éxitos, claro está, y ahí están
El Fantasma,
Daredevil,
Catwoman o la más reciente
Green Lantern para demostrarlo.

Los primeros héroes que dieron el salto a la pantalla fueron –como es lógico– los más populares. Series animadas de Spiderman o Batman y la famosa
Lois y Clark, las nuevas aventuras de Superman han poblado nuestra televisión durante bastante tiempo. También fueron de los primeros personajes a protagonizar largometrajes de éxito, como la ya mítica
Superman de Christopher Reeve en 1978 o las múltiples adaptaciones de Batman a lo largo de los 80 y 90. Tras los
X-Men llegó la trilogía de
Spiderman (cuya segunda parte me parece una de las mejores películas del género), y luego, poco a poco, Hollywood se aventuró con héroes menos carismáticos o conocidos (al menos fuera de América), como Hulk, Iron Man o Thor, hasta llegar a esa mega producción y gran éxito, además de película muy entretenida, que fue el blockbuster de 2012:
Los Vengadores, dirigida por
Joss Whedon. Mientras Marvel no paraba de encadenar éxitos, las adaptaciones de superhéroes provenientes de DC resultaban algo menos prometedoras… hasta la llegada de
Christopher Nolan y su
trilogía sobre Batman, que se metió en el bolsillo al público y a la crítica. En esta última década hemos visto como, al igual que en los cómics, los estudios han decidido retomar personajes para darles una ire nuevo, inspirándose de los diferentes universos de los cómics, como el caso de
The Amazing Spider-Man, 'reboot' del personaje apenas diez años después de la primera película de la trilogía de
Sam Raimi.

La competencia entre Marvel y DC se ha trasladado a Hollywood a través de los estudios a los que cada compañía pertenece. Tras el éxito de
Los Vengadores, la Warner se ha dado cuenta de que no es imposible (lo parecía al principio) reunir a varios superhéroes importantes (y a varios actores importantes, con los gastos que eso pueda suponer) en una misma película y que salga bien, así que están trabajando en una película sobre la
Liga de la Justicia, además de dar los últimos toques al próximo 'reboot' de
Superman. Marvel trabaja en las
segundas y
terceras partes de varios de sus éxitos y prepara la película sobre los
Guardianes de la Galaxia. Pero aunque la competencia sea buena en cuanto a que estimula la producción y la superación de calidad, los enfrentamientos entre estudios y la propuedad de
derechos de adaptación de personajes han dado lugar a desviaciones del canon, como el hecho de que Spiderman (cuyos derechos pertenecen a Sony) puede que no se una a los Vengadores (lo hace en los cómics); o que
Lobezno, que en los cómics forma parte de la patrulla que acompaña al Capitán América en sus viajes por Europa persiguiendo a Red Skull, no aparezca en la película, puesto que los derechos de todos los X-Men están en manos de la Fox.

Paradójicamente, ahora que los superhéroes triunfan en el cine, en la pequeña pantalla están de capa caída. A parte del éxito de
Smalville, que consiguió mantenerse en antena durante diez temporadas, las adaptaciones directas de superhéroes de cómic no parecen tener éxito en la televisión, como muestra el ejemplo de la cancelación de
Wonder Woman sin tan siquiera emitir el episodio piloto. Esta tendencia parece estar empezando a cambiar con el relativo éxito de
Arrow, que adapta las aventuras de
Oliver Queen,
aka la
Flecha Verde y que parece estar cuajando de forma lenta pero segura, con un tono que recuerda al Batman de Nolan, y, sobre todo, con la llegada en los próximos meses de
S.H.I.E.L.D.,
spin-off de
Los Vengadores, de la mano de Joss Whedon (que cuenta con más experiencia en la televisión que en el cine) y que los fans de la película y del director (entre los que me encuentro) esperamos como agua de mayo.
Los cómics han sido fuente de otras historias en las que no hay superhéroes, como
Men in Black o
300, por no citar que dos ejemplos; y hay películas de superhéroes que no se inspiran en ningún cómic, como esa pequeña joya de Pixar,
Los Increíbles, que –con permiso de Nolan– yo considero lo mejor que se ha hecho en el tema de los superhéroes en la pequeña o gran pantalla. Pero lo que queda muy claro es que la influencia del cómic americano no es algo nuevo, aunque ahora esté más de moda. Los 'supers' ha estado presente en nuestras vidas televisivas desde hace mucho y parece que aún nos acompañarán durante largo rato. Sean bienvenidos y recuerden eso que dijo
Edna Mode:
No capes!
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