En primer lugar, quiero dejar claro una cosa: me encantan las películas de superhéroes, pero soy una ignorante en lo que respecta a los cómics en los que se basan. Salvo los cómics de El Fantasma, uno de los superhéroes menos conocidos en Europa, apenas he leído algunos de X-Men y Spider-Man. Siendo como soy, si hubiese nacido en América (los superhéroes son a la cultura americana lo que Zeus y compañía eran a los griegos, una mitología cultural que se ha extendido desde su lugar de origen al resto de civilizaciones que comparten su cultura e influencia), seguramente hubiese leído muchos cómics más, pero como la realidad es muy distinta, he de conformarme con las películas, las series y los pócos volúmenes de comic americano de la biblioteca pública local.
A pesar de esta ignorancia, si sé que prácticamente todos los superhéroes que desde hace más o menos una década inundan nuestras pantallas tienen dos orígenes: Marvel Comics, fundada como Timely Comic en 1939 y que no se llamó Marvel Comics hasta 1961, cuando editó la primera aventura de Los 4 Fantásticos; o DC Comics, que nació domo National Allied Publications en 1934 y que no adoptó definitivamente su nombre actual hasta 1977. Actualmente, ambas compañías dominan el 80% del mercado del cómic americano.