lunes, 3 de marzo de 2014

Historias mínimas (2002)


Director: 


Sinopsis: A miles de kilómetros al sur de Buenos Aires, tres personajes viajan por las solitarias rutas de la Patagonia. Don Justo, un anciano de ochenta años, que  se ha escapado de casa para buscar a su perro desaparecido desde hace tiempo. Roberto, un viajante de comercio de cuarenta años, lleva en su viejo coche una tarta de crema para el cumpleaños del hijo de la joven viuda de uno de sus clientes. Ese mismo día María Flores, una joven de 25 años, viaja con su hija en autobús siguiendo la misma ruta.  

Una historia en la Patagonia, esa zona desértica de Argentina. Tres personajes que viajan por ella en una misma dirección, San Julián, pero cada uno por un motivo diferente. Tres historias mínimas y sencillas en cuanto a sus personajes, pero no en alguno de sus motivos. En cada viaje hay algo que lo hace profundo aunque no lo parezca.

La película dirigida por  no es para verla en cualquier momento, la historia necesita una predisposición para poder disfrutarla. No pasa nada relevante para el espectador, solo para cada uno de los tres protagonistas. El espectador es un mero observador distante, no hay ninguna forma de entrar en la historia. Estamos viendo desde fuera, a través de la ventana y eso es algo que puede jugar en contra de Sorín, ya que por mucho que queramos empatizar con cada uno de los personajes no se puede.


Carlos Sorín intenta hacer una Odisea, una Ilíada, pero nada, se ahoga en la arena. Se queda en una road movie donde los secundarios van pasando uno tras otro, no dejan poso. ¿Quién se acuerda de la chica que lleva a Don Justo () El verdadero secundario de la historia es la Patagonia, San Julián, el paisaje, la región, el desierto… Es el que acompaña a cada uno de los personajes. No les abandona en ninguna ocasión.

Cada personaje que inicia su camino a San Julián es un mundo aparte. Cada uno lo hace por distintos motivos. Pero lo que le tira hacia abajo a la película es la falta de equilibrió de peso entre las historias. La mayor parte del metraje está repartido entre Don Justo y Roberto (), mientras que María () es el perosnaje que abre y cierra la historia. Es cierto que el viaje de María es menos importante que el resto. Los dos hombres buscan a dos seres queridos, Don Justo quiere encontrar a su perro y de paso recibir el perdón, y Roberto quiere ver si esa persona a la que quiere le corresponde.

Sorín intenta hacer de una historia sencilla una historia grande y eso es muy difícil. Pocos directores lo han intentado y menos aún lo han conseguido.




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