
Reparto: Guillaume Canet, Fred Ward y Emir Kusturica
Sinopsis: Moscú, años 80, Guerra Fría. Defraudado por el régimen comunista, el coronel del KGB Serguei Grigoriev se propone derrocarlo. Se pone en contacto con el ingeniero francés Pierre Froment, al que proporciona información altamente confidencial que no tarda en llegar al propio Mitterrand, quien, a su vez, alerta al presidente Reagan sobre la existencia de una gigantesca red de espionaje gracias a la cual los soviéticos conocen hasta el más mínimo detalle de las investigaciones científicas, industriales y militares de los países occidentales. Pierre Froment se verá entonces implicado en un gravísimo asunto de espionaje que, además de sobrepasar su capacidad, pone en peligro su vida y la de toda su familia.
Cuando vas a ver una película de espías, lo mínimo que esperas son persecuciones, algún que otro tiro y tensión por todos lados mientras ves como al protagonista, al que por cierto, has cogido cariño lo van a pillar de un momento a otro esos malos que le persiguen.
La acción se desarrolla en Moscú, entre dos hombres totalmente diferentes que se complementan el uno al otro, estos personajes interpretados por Guillaume Canet y Emir Kusturica son geniales, ambos empatizan con el espectador y dependiendo del momento lo odias o le quieres (no uso el verbo amar porque no sonaría bien viniendo de mí). Tanto que en alguna escena te gustaría entrar en la historia y actuar. Pero a pesar de esto no llega a nivelón de El tercer hombre.
Dentro de la historia es digno de mención una cosa que poca gente a tratado en el cine, la relación del espía con su familia. En estos casos está muy bien narrada y expresada, la tensión, el drama, los cambios de sentimientos...

Agradable de ver y poco a poco se hace con el espectador, en algunos momentos algo tediosa, pero se deja ver.
Fernando Serrano
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